El dinero ¿compra felicidad?
Hablando de dinero, podríamos coincidir en que es algo que todo el mundo desea y cuanto más, mejor. En primer lugar, el dinero es una medida de valor de las cosas. Casi todo lo que nos rodea ha sido adquirido con dinero, ya que es un medio de pago (un trueque) para tener algo a cambio.
¿Qué relación hay entre el dinero y la felicidad?
Es natural que en la vida haya altibajos, nada es lineal y todo cambia constantemente. Hay quienes afirman que la felicidad se compone de momentos, pero es muy limitante y hedonista asumir que la felicidad se reduce a momentos que nos causan un placer efímero.
La felicidad, entendida como un estado de plenitud, satisfacción, bienestar y libertad. Es un bien “intangible” que depende del valor y concepto que se tenga.
Aunque, la felicidad en un sentido más profundo tiene que ver con el propósito que cada quien tenga en la vida y por supuesto la realización del mismo.
Todos tenemos conceptos propios y formas de vivir, lo que es felicidad para algunos, puede no serlo para otros. El entorno familiar, social y cultural en el que nos desenvolvemos, marca profundamente nuestros valores, costumbres, gustos y creencias.
Las creencias serán un punto de enfoque en este artículo, ya que a través de ellas nos movemos.
Profesión, estilo de vida, relaciones interpersonales, etc., tienen que ver con nuestras creencias.
Origen de las creencias.
Los cimientos de nuestra infancia son muy importantes, ya que ahí nacen las creencias, determinadas de inicio por nuestro desarrollo físico, psicológico, emocional y espiritual.
Las áreas básicas que desde niños debemos fortalecer son: la postura, el equilibrio y habilidades motrices, para después avanzar a habilidades superiores como: lenguaje oral, escritura, lectura y cálculo.
Posterior a este desarrollo, adoptamos creencias, algunas aprendidas por la experiencia y otras a partir de lo que nos han enseñado. Es decir; muchas creencias son memorizadas y repetidas, pero pocas veces las cuestionamos y replanteamos.
Lamentablemente algunas de ellas son limitantes y no nos permiten disfrutar la vida como merecemos.
¿Qué tiene que ver el dinero y la felicidad con las creencias?
Observa qué creencias tienes en relación con el dinero.
Pregúntate:
¿Cómo es la historia de tu familia respecto al dinero?
¿Qué creencias haz hecho tuyas?
¿Con cuáles te identificas y por qué?
Casi todos los bienes materiales e intangibles los obtenemos gracias al dinero. Incluso la salud y el cuidado de esta.
Son pocas las cosas que no se obtienen con dinero.
Por ejemplo: Para proveer a tus hijos de alimento, ropa, techo, cuidados médicos, etc., se necesita dinero. Si ahora te encuentras leyendo este artículo es porque estás pagando (o alguien más pagó) el acceso a internet y el dispositivo que estás usando para leer este contenido.
La gran diferencia entre si el dinero te da felicidad o solamente te da bienes y placeres momentáneos es el propósito.
El propósito, puede ser solamente vivencial (de uso y de consumo) o vivencial trascendental.
Si el dinero que ganas lo usas para vivir bellamente, comiendo alimentos sanos, viajando a lugares que te aportarán inigualables experiencias de vida, pagando una suscripción al gimnasio para mantenerte saludable y en forma, o usándolo para la educación de tus hijos, etc. Es un dinero con propósito vivencial trascendental.
En cambio, si el dinero lo usas para gastarlo en alcohol, comprar ropa de marca, cigarros (que además es un vicio caro y que daña tu salud) comida chatarra, etc. Es un dinero con un propósito vivencial y efímero, solamente estás teniendo experiencias gratas, efímeras y sin un sentido de trascendencia. Sin contar que muchas veces este estilo de vida perjudica tu salud y recuperarla es costoso y en los peores casos ya imposible.
Hay dos virtudes, que a las personas que las tienen, les brinda una satisfacción invaluable, alcanzan sus propósitos y trascienden en la vida, propia y de sus seres queridos.
La constancia y la disciplina.
No gastes tu dinero en productos y servicios chatarra. Detecta los hábitos financieros que sean tóxicos en tu vida, tu salud, tu patrimonio, tu bienestar y tu bolsillo.
Haz una limpieza de gastos huecos y cumple tus propósitos trascendentales de vida.
Destina esa cantidad que derrochabas en gastos chatarra, a un seguro de vida. Con constancia y disciplina podrás lograrlo y cuando menos te des cuenta habrás terminado este buen hábito. ¿Por qué? Porque será un dinero que podrás utilizar en el futuro (si así lo deseas), te generará rendimientos por contemplar la inflación, y realmente estarás comprando felicidad, felicidad que viene de la tranquilidad y el bienestar que te general el saber que tanto tú, como tu familia y tu patrimonio están protegidos.
¿El dinero compra felicidad? Por supuesto que sí, todo depende del uso que le des.